21 ene 2012

XXXI años del museo Rayo en Roldanillo

La colección del Museo Rayo de Dibujo y Grabado latinoamericano es amplia y diversa, concentrándose en artistas que fueron contemporáneos de Omar Rayo, quien conformó el cuerpo inicial de este conjunto. Muchos de ellos fueron no sólo compañeros de generación sino sus amigos y cómplices en distintos proyectos.

En esta ocasión se han escogido maestros representativos de nueve países: Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Perú y Uruguay, quienes han abordado la figuración como una vía para reflexionar sobre la representación y sus alcances. Esas opciones se perciben en un amplio espectro argumental con propuestas que fijan la presencia humanística en el centro de sus intereses como se puede percibir en la obra de Rufino Tamayo. En contraste las ofertas surrealistas de Roberto Matta y Leonora Carrington, que apuntan a ilustrar los sueños y el deseo como móviles privilegiados para enunciar sus reflexiones. Raquel Forner después de dejarse seducir por varios ismos modernistas se decide por un expresionismo exaltado y colorido. En contraste la producción de Julio Alpuy que proviene de la experiencia  constructivista se soluciona a partir del ordenamiento de los espacios y del esquematismo en el diseño de los personajes.

Las reflexiones y aportes antes mencionados corresponden a los lineamentos emitidos dentro de la modernidad, desarrollados en el tiempo hasta el fallecimiento de los autores. Después de la segunda guerra mundial, nuevos impulsos animaron la práctica artística. Alejandro Obregón y Fernando  De Szyszlo miraron el entorno y los ancestros para  construir símbolos y alegorías. Sus trabajos se convirtieron en nuevas opciones de nacionalidad. Luis Solari encontró en las costumbres populares un referente. El humor y sarcasmo fueron ingredientes activos en sus obras. Armando Morales y Mario Toral han acudido a la representación evocando no solo la presencia sino la ausencia, las sombras y los espejismos, favoreciendo las energías y el aura como móviles argumentales.

José Luis Cuevas se decidió por la neo-figuración, caricaturizando la condición humana y restableciendo sus encontrados y recónditos sentimientos. Francisco Toledo dirigió su mirada hacía lo ritual y mágico para proponer íconos de corte fantástico. Rodolfo Abularach asume aparentemente un solo argumento para referirse al cosmos y la mirada mítica. Por su parte Antonio Seguí se localiza en muchos de los argumentos del universo citadino. Los referentes del Pop – art y el realismo fotográfico lo han seducido para finalmente generar sus propios resultados. Liliana Porter advierte sobre la relatividad de la mirada y por ende sobre la percepción misma, construyendo un trabajo fortalecido por el conceptualismo.

El dibujo y las técnicas gráficas como aguafuerte,  litografía, mixografía, aguatinta, serigrafía y offset se pueden apreciar como medios propicios para la materialización de las obras. A través de ellas se consignan las aspiraciones del arte producido desde Latinoamérica que ha podido cumplir sus objetivos al desentrañar muchas preocupaciones del entorno, concretando lenguajes determinados y pudiendo diferenciarse.
Miguel González 

Curador



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