Esta carta fue publicada el 01 de octubre en el Blog "Territorios ciertos" y reproducida en el sitio Roldanillo al día.. A nuestro parecer no tuvo suficiente difusión y análisis en Roldanillo, y por eso se reproduce ahora en en este Blog.
-Carta
Abierta a la comunidad de Roldanillo.
Roldanillo
acaba de vivir quizás la tragedia más desgarradora de los últimos 20 años. Fueron asesinados sin piedad con arma blanca
el párroco de la iglesia principal de Roldanillo, Luis Bernardo Echeverry y su
asistente el recién ordenado padre Héctor Fabio Cabrera. Como en los funerales
de Omar Rayo hace tres años, el pueblo entero se unió para expresar su dolor,
su condolencia y su agradecimiento por la labor de personas que dedicaron sus
vidas a este municipio antiguo y bello, moderno y progresista. Los
roldanillenses hicieron evidentes su indignación y su rechazo del acto atroz
que segó las vidas de los sacerdotes. Al darse cuenta del asesinato, les
exigieron y siguen exigiendo con toda la razón, una reacción más eficaz de las
autoridades.
Se guardaron tres días de duelo durante los que se llevaron a cabo
todos los rituales tradicionales y personales de casi todos nosotros católicos,
cristianos, mormones, ateos, agnósticos y otros. Los negocios cerraron y se
colgaron banderas, moños y banderines morados y blancos en las ventanas. Las
banderas de las instituciones ondearon a media asta, las personas se vistieron
de blanco y negro y sus rostros
mostraban las huellas de las lágrimas y el desvelo. Acudieron arzobispos, obispos y prelados de
toda la región y autoridades de toda Colombia para acompañar a Roldanillo en su
dolor. Cuando murió mi esposo hace tres
años, sentí lo que creo que sintieron las familias de los dos padres, una ola
de simpatía y de comprensión que emanaba de todas las miles de personas que las acompañaron en los tres días de luto.
Esta reacción proviene del corazón mismo de esta pequeña ciudad que es un
microcosmos de nuestro país tan complejo y contradictorio, tan único y tan
parecido a otros en este hemisferio. Aquí conviven los problemas y dilemas de
la modernidad, antiguos conflictos arraigados en estructuras de poder
imperfectos con constantes esfuerzos individuales y colectivos por superarlos y
curar las heridas sociales. Tanto en Colombia como en Roldanillo, hay unas
reservas de recursos humanos--talentos, inteligencias, creatividades, una
imaginación sin límites que contrarrestan constantemente lo que se pueden
llamar las fuerzas del mal.
Quiero en
este momento dirigirme a todas las personas cercanas que me han expresado un
sentimiento de pena o de vergüenza porque esta atrocidad ocurrió en Roldanillo
y una preocupación por la imagen del municipio en los medios. Roldanillo es
Colombia, como también lo son Aracataca,
Bogotá, Cali, Barrancabermeja, Bolombolo. Cada uno de estos sitios vive las violencias
y tragedias que viven los otros lugares de esta tierra. Roldanillo tiene mayor visibilidad debido más
a su imagen de centro cultural, cuna de artistas y poetas que a los conflictos
endémicos del Norte del Valle. Por consiguiente y por contraste, un hecho
terrible como el que acaba de ocurrir, parece aún más horrorífico, amenazando
con borrar todo lo que se ha construído desde la inauguración del Museo Rayo en
1981. A mis amigos les puedo decir, por qué he elegido vivir aquí y hacerme
cargo del legado de Omar Rayo a conciencia de los peligros, las amenazas, las
dificultades, los obstáculos que enfrentó también Omar Rayo, que no se puede
borrar lo construido como sí se borra lo destruido. Vivo aquí en un paisaje
único de una hermosura luminosa y deslumbrante, de vegetación alucinante,
flores y árboles cuyos nombres enriquecen el idioma, entre personas apasionadas
y apasionantes que transforman la lengua de mi padre en un nuevo mundo de
consonancias. Amo esta ciudad pero no la amo ciegamente. Me duele lo ocurrido,
el olor a sangre y odio, pero, como soy poeta, tengo fe en la vida y en los
seres humanos.
Se dice
(porque aquí ocurre como en Crónica de una muerte anunciada de García Márquez,
que los vecinos saben más que las autoridades y se transmiten las últimas
noticias de manera telepática de comadre en comadre, de compadre en compadre),
que los asesinos eran jóvenes. Llora una porque cree que jugó con este o el
otro cuando eran niños. Se habla de la
pérdida de valores, de que las cosas han cambiado para mal, así como hablaba
Sócrates en los diálogos de Platón de las juventudes atenienses. Se sabe que el motivo fue el robo, que
fueron dos los agresores. Se cree que eran drogadictos. No se habla de
carteles, de Bacrim ni de guerillas ni de paras, se habla de un crimen personal
por un motivo tan antiguo como la civilización. Me consta que para aquellos dos
jóvenes inmisericordes que ahora están tan destruidos en vida como lo están sus víctimas muertos hay otros
muchos que son artistas, músicos, bailarines, escritores, poetas. Son rebeldes
o conformes, tatuados o limpios, contestatarios o líricos, inteligentes,
sensibles. Jóvenes que esperan, que se transforman, que interrogan, que
cuestionan, que buscan. Los vemos en los talleres, las exposiciones, las
funciones de teatro del Museo. Están
aquí, en Roldanillo, variopintos y entrañables con sus peinados ultramodernos y
alternativos. Son el futuro y la esperanza de todos nosotros. Lo son también
las pequeñas bailarinas de nuestros talleres de ballet que nos proporciona
Incolballet. Aparecen en trusas y tutús
los viernes y los sábados soñando con el lago de los cisnes. Las mayores son elevadas en brazos de unos jóvenes de municipios
aledaños que se sumaron a esta propuesta nuestra. Jóvenes vitales como alguna
vez lo fueron los dos asesinos.
Quiero
también hablar de los dos padres que murieron y que son héroes para la mayoría
de los roldanillenses como lo es también el legendario Omar Rayo. El padre Echeverry volvió a Roldanillo, donde
fue por primera vez párroco en los años 70s, porque quería que la última
parroquia que pastoreara antes de su jubilación fuera esta ciudad donde quería
vivir después de ella. El entonces joven
párroco participó en las actividades pro
construcción Museo Rayo y nos ayudó desde su púlpito. Es recordado por los trabajadores en la
construcción de nuestra institución como un ser sencillo y amable que
conversaba con ellos. Quizás se inspiró en nosotros para construir las capillas
que dejó en cada uno de los municipios donde ejerció su sacerdocio. Algunas de las platas para una nueva capilla
aquí en Roldanillo pueden haber sido el blanco de los ladrones. Yo lo recuerdo
en los banquetes pro museo. Era muy
admirado por las Señoras Voluntarias
quienes frecuentemente lo invitaban a almuerzos y otras reuniones donde
el gozaba de la comida y la bebida y conversaba sobre este mundo y el
otro. Uno de sus últimos actos en pro de
nuestro Museo fue la compra de un bono de 500.000 pesos para nuestra campaña
pro Sala de Lectura Infantil hace un par de semanas. El Padre Cabrera, me pidió una vez un
almanaque con obras de Rayo para decorar alguno de sus proyectos. Me arrepiento de no habérselo regalado ya que
cuando murió tenía sólo 27 años y
demostró muchas veces que le interesaba el arte y nuestro Museo .
Como soy de otra parte del mundo donde he
visto de lejos y de cerca atrocidades y magnicidios terribles y como he
decidido quedarme aquí luchando por la causa del arte en el Museo Rayo, puedo
asegurarles a mis amigos, quienes por buenos y conscientes están avergonzados
por su ciudad, que ellos mismos son la prueba de que Roldanillo no es el
asesino. La vida crece y da sus
heliconias y sus samanes bajo los que seguimos amando y soñando.
AGUEDA
PIZARRO RAYO
Directora
Museo Rayo
Roldanillo
Tomado de :