Una declaración de la concejal Clementina Vélez relacionada con la inminente elección del nuevo Gobernador del Valle, me puso a pensar. Dijo ella algo sensato, exótico en nuestro medio. Esto es que ojalá en su Partido Liberal se sienten a escucharse, renuncien a los intereses personales y de grupo, se comprometan a trabajar por el Valle.
La gestión abusiva y sin sentido social practicada en los dos gobiernos destituidos dejó como secuelas una moral pública quebrantada, las finanzas departamentales en bancarrota e infinidad de oportunidades para el desarrollo desperdiciadas. Aunque exista quien lo dude, el estilo político mencionado sigue latente en algunas colectividades partidistas, esperando cualquier oportunidad para atacar.
Sin embargo, lo registrado no parece haber dejado enseñanzas. El Valle del Cauca avanza de nuevo y con paso firme y seguro hacia el despeñadero. Digo esto porque en el naciente proceso electoral están creándose las condiciones para que prevalezcan las pequeñas agendas, las ambiciones particulares, y para que cualquier inepto o indeseable llegue raudo al poder acaballado por las ambiciones de una dirigencia atolondrada.
Esa maldita costumbre vallecaucana que nos impide pensar en colectivo, que lleva a cada jefecito, a cada capataz político, a cada potentado a jugarse su propia carta, a querer imponer su hombre de confianza y defender su propio interés, puede implicar el que desaprovechemos esta última oportunidad y quedemos relegados para siempre. Por supuesto muy por debajo de Bogotá y Antioquia, pero también alejados de la Costa Atlántica, región donde se trabaja de manera convergente por obtener condiciones de progreso, y donde hace tiempo se entendió que no hay futuro sin consensos.
Si en el Valle no hubiera tantos egoísmos y tantos recelos, si supiéramos unirnos para generar oportunidades y bienestar sería fácil salir de la encrucijada. El proceso no comenzaría por lanzar candidatos a la loca sino por identificar los problemas que se deben resolver, las oportunidades que podemos aprovechar, los programas que convienen. El candidato escogido y respaldado, el gobernador elegido, sería quien tuviera el mejor perfil para responder a los desafíos y sacar adelante las soluciones.
Hubo una época feliz cuando nos crecíamos frente a las emergencias y ninguna oportunidad se nos escapaba. Ciudadanos ejemplares como Manuel Carvajal Sinisterra, Bernardo Garcés Córdoba y Alfonso Bonilla Aragón; congresistas comprometidos como Marino Renjifo Salcedo, Gustavo Balcázar y Alvaro H. Caicedo se habrían hecho cargo de la situación para tejer acuerdos y encontrar tanto la senda como el protagonista idóneos.
Hubo una época feliz cuando nos crecíamos frente a las emergencias y ninguna oportunidad se nos escapaba. Ciudadanos ejemplares como Manuel Carvajal Sinisterra, Bernardo Garcés Córdoba y Alfonso Bonilla Aragón; congresistas comprometidos como Marino Renjifo Salcedo, Gustavo Balcázar y Alvaro H. Caicedo se habrían hecho cargo de la situación para tejer acuerdos y encontrar tanto la senda como el protagonista idóneos.
En lo que a mi corresponde, sin embargo, no me resigno a contemplar impasible otro naufragio. Quisiera invitar a quienes aún tienen poder de convocatoria a hacer un esfuerzo por reconducir este proceso electoral descarriado. Ojalá entidades de corte cívico como la Cámara de Comercio y la Unidad de Acción Vallecaucana, y senadores prominentes como Roy Barreras, Dilian francisca Toro, y Germán Villegas, sumaran esfuerzos para identificar un candidato de convergencia pensando en las verdaderas prioridades regionales y el perfil más adecuado. Sólo tal proceder podría enderezar el rumbo de esta nave que continúa desaforada hacia el desastre.
Caligrama
Antonio de Roux