28 ene 2011

"UNA SANA REVOLUCIÓN"

Si haces una revolución, hazla alegremente,
no la hagas lívidamente serio,
no la hagas mortalmente serio,
hazla alegremente.


No la hagas porque odias a la gente,
hazlo sólo para escupir en sus ojos.


No la hagas por dinero, hazla y condena el dinero.

No la hagas por la igualdad,
hazla porque tenemos demasiada igualdad,
y va a ser gracioso sacudir el carro de las manzanas
y ver por qué lado se irán estas rodando.


No la hagas por las clases trabajadoras.
Hazla de tal modo que todos podamos ser
nuestra propias y pequeñas aristocracias.
Y patear como asnos fugitivos alegremente el suelo.
No la hagas, de todos modos, para la Internacional del Trabajo.
El trabajo es aquello de lo cual el hombre ha tenido bastante.
¡Eliminémoslo, acabemos con eso!
¡El trabajo puede ser agradable, y los hombres gozarlo!
Y entonces no es trabajo.


¡Tengamos eso! ¡Hagamos una revolución para divertirnos!
                                                D.H. LAWRENCE

La "Revolución de los jazmines" toma más fuerza de la esperada

Se trata de un movimiento para acabar con gobiernos corruptos que llevan años en el poder. Ya pasaron por Túnez y están en Egipto y Yemen.

Egipto, convulsionado

De Egipto a Jordania, pasando por Yemen, la "Revolución de los jazmines" comienza a alcanzar regímenes árabes que están en el poder desde hace décadas gracias al yugo del miedo y la corrupción.
Luego de Túnez, "el asunto ya no es cuál será el siguiente, sino cual (régimen) se salvará", afirma Amr Hamzawy, director de investigaciones de la fundación Carnegie en Oriente, para quien las manifestaciones populares podrían alcanzar la mayoría de los países árabes, excepto las monarquías petroleras del Golfo.

"Se trata de una verdadera tendencia regional, en Egipto, Argelia, Jordania, Yemen... donde los ciudadanos salen a la calle para reclamar sus derechos sociales, económicos y políticos", agregó el analista. "Es una dinámica que se desencadenó en el mundo árabe", dijo el universitario Bourhan Ghalioun, autor dese 1977 de un "Manifiesto para la democracia" en el mundo árabe.

"Lo que se produjo en Túnez rompió la costumbre del miedo y mostró que era posible --con velocidad sorprendente-- tumbar un régimen y que no era tan difícil como se imaginaba", agregó Ghalioun, director del Centro de Estudios sobre el Oriente Contemporáneo (CEOC) en París.

Egipto es escenario desde el martes de las protestas más importantes desde la llegada al poder en 1981 del presidente Hosni Mubarak, que pueden intensificarse aún más el jueves por la noche con el regreso del opositor Mohamed ElBaradei.

La fiebre llegó a Yemen donde miles de personas manifestaron el jueves para reclamar la salida del presidente Alí Abdalá Saleh, en el poder desde hace 32 años, mientras que los Hermanos Musulmanes de Jordania --la principal fuerza de oposición-- llamaron a una nueva manifestación el viernes.

Ghalioun descartó sin embargo un "contagio mécánico" a causa de las especificidades de cada país, y subrayó "que ningún proceso de cambio se parecerá a los otros".

Pero los movimientos de protesta que comienzan a alcanzar los regímenes árabes tienen un punto en común: son conducidos en especial por jóvenes y las clases medias, a través de internet y las redes sociales. "Es el resultado de lo que los regímenes autocráticos hicieron a la política en el mundo árabe: los partidos de oposición fueron debilitados o sistemáticamente aislados, y son entonces los ciudadanos los que se movilizan ahora", añadió Hamzaui.

Los movimientos de protesta revelaron sobre todo hasta qué punto muchos regímenes, cuyos dirigentes establecen récords de longevidad en el poder, carecen de legitimidad popular. "La legitimidad no puede ser construida con represión ni con la negación de los derechos políticos y sociales", aseguró Hamzaui. "Nadie puede aceptar esto en el siglo XXI y los árabes no son la excepción".

En algunos países, los dirigentes han comenzado a ceder, como en Jordania, donde el rey Abdalá II prometió "adelantarse" en las reformas poíticas y económicas, o en Yemen, donde el presidente Saleh aseguró que no pensaba transmitir el poder a su hijo.
Pero en el mundo árabe, donde "la mayoría de los regímenes son vistos por la mayoría de la población como máquinas de opresión, corrupción y destrucción", para retomar las palabras de Ghalioun, todavía no se sabe si esas reformas serán suficientes.

Para Ghassan Charbel, redactor en jefe del influyente diario panárabe al Hayat, o "los regímenes árabes escuchan las reivindicaciones populares y deciden comprometerse con verdaderas reformas, o continúan apoyándose en los aparatos de seguridad, y en esos casos los regímenes podrían derrumbarse" uno tras otro.


Con información de AFP
Elespectador.com