12 sept 2010

ACERCA DE UN HOMENAJE


                                     “ El olvido está hecho de memoria “ Mario Benedetti
El pasado  16 de mayo se realizó en el  aula Máxima del colegio “Belisario Peña “ un homenaje a Miguel  Alejandro Torres y a Luís Felipe Salcedo. Se exaltaba su labor  de docentes y formadores de la juventud roldanillense.
En la  reunión se obsequió a los invitados dos pequeños libros- -bien documentados y editados- que contienen sus biografías.
Después de los discursos, y las felicitaciones mutuas, se descubrió una escultura de Don Miguel y un retrato, al óleo, de Don Luís Felipe.
No fueron muchos los asistentes
Don Luís Felipe era oriundo de Versalles y Don Miguel de Cartago.
Llegaron a Roldanillo en la década de los años 50.
En el año de 1970, por intrigas políticas, recibieron como contraprestación a su labor la orden gubernamental de dejar el Colegio.
Don Luís Felipe falleció en Cali en el mes de agosto de 1997 y Don Miguel en el mes de marzo de 2008.
 Los homenajes que hoy se les tributa no reparan la indiferencia con la cual  se permitió perpetrar esta injusticia.
Para ellos la docencia fue más que una profesión: un apostolado.
Fueron  ejemplo se superación, de integridad, de honestidad.
(  Recuerdo que en esa época era obligatoria la asistencia a misa los días domingos a las seis de la mañana. Para los estudiantes era un martirio  madrugar, máxime cuando el sábado lo normal era trasnochar. Decía don Luís Felipe: “ ¿Ustedes creen que a mí no se me hace difícil levantarme tan temprano un domingo? Si , pero hay que cumplir con el deber.”
Siempre insistió que el cumplimiento de las obligaciones exigía sacrificio. Que la disciplina era indispensable para triunfar.
Don Miguel y don Luís Felipe tenían un concepto muy humano sobre la educación. Para ellos el futuro de un joven no debía frustrarse por un bajo rendimiento académico que podía tener origen en problemas familiares, económicos y todos los conflictos emocionales que vienen con la adolescencia . Lo alentaban a superarse, pero no estaban de acuerdo en tener a un estudiante indefinidamente en el colegio si  con su título de bachiller podía conseguir un trabajo digno que le permitiera subsistir
Consideraban tambien que habían estudiantes que no rendían en algunas materias, como matemáticas, inglés, pero tenían aptitudes para otras y en el futuro esa persona podría ejercer una proifesión que no requería conocimiento especializado en esas asignaturas.
Fueron dos personas que se complementaban en las labores académicas, Luís Felipe – además de sus docencia- tenía la difícil tarea de mantener la disciplina de todo el colegio. Apuntaba – para que no se le olvidara-  en una libreta verde, que la llamaba “ la iguana”, todas las faltas de los estudiantes, con fecha y hora. Después, en la reunión del colegio o de la clase, con un humor burlesco y criticón, le recordaba al infractor las circunstancias de tiempo , modo y lugar en las cuales fue sorprendido “ infraganti”.
Cuando la falta era grave y no era suficiente la cesura pública, el estudiante era remitido a la rectoría, allí lo esperaba Don Miguel, quien de manera paternal, indulgente escuchaba los descargos. Después venían los consejos, las recomendaciones, las advertencias.
Fue Don Miguel un hombre justo, honesto, respetable a quien veíamos como un patriarca, quien por su edad y por su experiencia, estaba pleno de sabiduría.
 El “ Belisario Peña”, con el  aporte de don Miguel  y de Don Luís Felipe, emergió como uno de los principales colegios del Norte del  Valle, con una infraestructura adecuada y ante todo con un profesorado idóneo (…)
Pienso… que un busto…Un cuadro, obras artísticas que fueron realizadas con la mejor intención de perpetuar su grandeza, no son suficientes para detener el tiempo.
Pero quienes los conocimos y tuvimos el orgullo de ser sus alumnos tendremos, hasta el final de nuestra existencia, sentimientos de admiración y de gratitud. Las nuevas generaciones continuarán  siendo beneficiarias de la obra de Don Miguel y de Don Luís Felipe…” que durará más allá de nuestro olvido”.

                                Jairo Restrepo Valencia

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